¿Sabías que se necesitarían 17 hectáreas de eucalipto o incluso 43 hectáreas de caoba para igualar la captura de CO2 de SÓLO UNA HECTÁREA de bambú?

Para entender bien este tema es necesario tener claros los siguientes conceptos.
Las plantas, mediante la fotosíntesis, capturan CO2 del aire y fijan carbono en sus tejidos, y este proceso es directamente proporcional a la edad de la planta. Para crecer, cuanto más joven es una planta, más CO2 necesita capturar de la atmósfera y, por lo tanto, fijar más carbono. Una planta más vieja captura muy poco CO2 y apenas fija carbono.
En base a los conceptos anteriores, las selvas tropicales y los bosques primarios están capturando muy poco CO2, pero son sumideros de carbono porque han fijado este elemento en su estructura durante muchos años. Cuando estos bosques se talan o se queman, el carbono fijado regresa a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.
Es la forestación y la reforestación las que verdaderamente contribuyen y seguirán contribuyendo a capturar grandes cantidades de CO2, fijando el carbono en todos los componentes de la planta. Esta ecuación ayuda a descarbonizar el planeta.
Los bambúes son plantas de rápido crecimiento que producen grandes cantidades de biomasa en cortos periodos de tiempo, y en este proceso, capturan cantidades considerables de CO2 de la atmósfera, fijando grandes cantidades de carbono en sus estructuras y convirtiéndose en sumideros de carbono en muy poco tiempo.
Mientras que un bosque con plantas de crecimiento lento tarda 80 años o más en madurar, y un bosque con plantas de crecimiento rápido tarda 10 años, un bosque de bambú puede establecerse en tan solo tres años.
Bamboo Business, bajo la dirección de Hormilson Cruz, realizó el estudio más exhaustivo jamás realizado sobre producción de biomasa y captura de CO2 en bambú gigante durante un periodo de 10 años. La investigación se llevó a cabo en campo extrayendo tallos de bambú del suelo año tras año durante 7 años y analizando la biomasa de cada órgano por cada año de crecimiento. Posteriormente, se calculó la cantidad de carbono fijado por cada órgano, luego por cada planta, por cada tallo de bambú y finalmente por hectárea. En este proceso no se utilizaron ecuaciones de regresión lineal debido a que la investigación fue totalmente de campo y de laboratorio.
Esta investigación demostró que, en promedio, una hectárea de bambú gigante puede fijar 21,5 toneladas de carbono al año, lo que permite concluir que, por esta fijación, cada hectárea captura 78,5 toneladas de CO2 de la atmósfera anualmente.
Por lo tanto, el establecimiento de bosques de bambú se muestra como la alternativa forestal más rápida y viable para ayudar a mitigar el calentamiento global.
EL NEGOCIO DEL BAMBÚ